Redefiniendo el vino argentino – Por Adrianna Catena

Cuando el Profesor Ralph Kunkee expresó su visión del vino argentino, en 1988, pocos fuera de nuestras fronteras nacionales hubieran estado en desacuerdo. Mucho ha cambiado desde entonces. Treinta años más tarde, en Junio de 2018, Catena Zapata se convirtió en la primera bodega Argentina en alcanzar los 100 puntos en el Wine Advocate de Robert Parker. Este Septiembre, Jane Anson le otorgó la máxima calificación a nuestro Mundus Bacillus Terrae, observando: «si compras solo un vino, que sea Catena Zapata Adrianna Vineyard Mundus Bacillus Terrae (2019)».

Nada de esto hubiera parecido probable o posible a fines de 1981, cuando mi padre, Nicolás Catena Zapata, se trasladó con su familia de Mendoza a California. El vino tampoco figuraba dentro de la agenda: incluso mientras continuaba dirigiendo la bodega, viajando ida y vuelta entre Argentina y los Estados Unidos, mi padre persiguió sus intereses académicos, colaborando en un proyecto de investigación para el Departamento de Economía Agrícola de UC Berkeley. Luego conoció Napa Valley; y sus ojos todavía se iluminan cuando lo recuerda. Una primera visita que lo impactó lo decidió a llevar a cabo una exploración profunda, llevando a su esposa y a su hija recién nacida (la autora) en viajes por toda la región. Tuvo la oportunidad de conocer y pasar tiempo con Robert Mondavi, lo cual fue una experiencia trascendental para mi padre, quien aprendió profundamente de estos intercambios.

Después de tres años en California, Nicolás Catena regresó a casa con una obsesión: hacer vinos que pudieran estar entre los mejores del mundo. Inquebrantable en su creencia en que Mendoza podría convertirse en una de las mejores regiones vitivinícolas del mundo, trazó un nuevo camino para la bodega familiar, transformando la historia del vino argentino en el proceso. Puso manos a la obra revolucionando la bodega y los viñedos.

Contrató expertos, convocó a consultores de California, Italia, Francia. Recuerdo esta época, todo parecía cambiar de la noche a la mañana. Fue Attilio Pagli, un enólogo italiano contratado por su experiencia en Sangiovese, quien finalmente convenció a mi padre del potencial del Malbec. Como mi abuelo, Pagli se enamoró de las viñas viejas del viñedo Angélica; ambos creían que esas uvas contenían la promesa de un gran vino. Mi padre también eligió creer.

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Comenzamos incorporando tecnología, y realizando una revisión exhaustiva del sector de producción. Se dieron pasos importantes en la viticultura y la vinificación. Entre los ejemplos más dramáticos, en un movimiento hacia tanto la calidad como la sostenibilidad, el riego por goteo reemplazó la práctica tradicional y derrochadora de inundar los viñedos. Pero la respuesta finalmente estaría en el terroir. En la búsqueda de climas más fríos, la opción más obvia era ir más al sur; en vez, mi padre decidió ir alto, atraído por las laderas de lo que luego se convertiría en el viñedo Adrianna (llamado así porque fui yo a quien arrastraron por toda la provincia). A casi 1.500 metros de altura, era una apuesta, y mi padre encontró pocos partidarios. La mayoría no vio nada más que una empresa condenada al fracaso, las uvas simplemente no madurarían a esa altura. Pero lo hicieron.

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Inicialmente motivado por la búsqueda de una mejor calidad, mi padre también se había topado con un camino viable frente al cambio climático. Adrianna se convirtió en un sitio de investigación y experimentación. Descubrimos que no era solo las temperaturas más frías, sino la diferencia en la calidad de la luz que contribuía a la calidad. A gran altura, la luz ultravioleta-B (UV-B, la fracción más energética de la luz solar) aumenta drásticamente. La forma en que las vides responden a esta luz tiene un efecto positivo sobre la calidad de la uva y del vino. A lo largo de treinta años, nos convertimos en expertos en la agricultura en elevaciones extremas, elaborando vinos que, según el plan, realmente podrían estar entre los mejores del mundo.

Este año nuestra bodega familiar, Catena Zapata, celebra su 120 aniversario. En febrero, mi padre se convirtió en el primer sudamericano en recibir un Premio a la Trayectoria (Lifetime Achievement Award) de Wine Enthusiast. En su discurso de aceptación, Nicolás extendió sus felicitaciones a los ganadores de la noche: «Me quito el sombrero ante todos ustedes, sabemos que este es un trabajo de amor, una labor que demanda tremendo esfuerzo y verdadera pasión.» Quiso enfatizar una historia y experiencia compartida – una que todos en esa sala conocían: el sudor, las lágrimas y la alegría de dedicarse al vino.

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Una de las calicatas efectuadas para analizar el suelo, parcela del White Stones Chardonnay

Adrianna Catena – Octubre de 2022