



Bodega Siesta en el Tahuan – Ernesto Catena Vineyards
FILOSOFÍA DE TRABAJO
Biodinámica en Finca Nakbé, de Ernesto Catena Vineyards
Finca Nakbé, de Ernesto Catena Vineyards, está ubicada en Vistaflores, Valle de Uco, en un terruño de excepción y está certificada biodinámica. La biodinámica nos impone con sus reglas un camino a seguir, un camino difícil que nos obliga a ser como queremos, sin posibilidad de acortar caminos. Creemos en los vinos de terruño y la biodinámica es la forma más concreta y palpable que encontramos para lograr que nuestra tierra se exprese de manera pura, con poca intervención.
El vino biodinámico está dentro de los llamados «vinos ecológicos» junto con los orgánicos, pero su metodología de elaboración es mucho más compleja que la de estos últimos.
A la hora de hablar sobre el vino biodinámico hay que tener en cuenta que no solo es un tipo de vino sino también una filosofía de vida en la que se conjuga la ciencia, el trabajo y la auto sustentabilidad natural en una plena conexión entre la tierra y el espacio.
Mediante estos procedimientos las vides están libres de químicos, sus frutos tienen un sabor auténtico y natural y, en consecuencia, protegen igualmente la salud del consumidor y a nuestro medio ambiente.
La biodinámica -postulada por Rudolf Steiner- expresa que todo lo que viene de la tierra tiene que volver a ella después del proceso de producción, por lo que todo compuesto que se utiliza en su elaboración del vino es obtenido de la naturaleza sin intervención de procesos industriales. Es así como el mosto fermenta solamente a partir de levaduras nativas presentes en la uva, se utilizan preparados vegetales y minerales como aditivos de fertilización y se aplica un calendario astronómico que rige las épocas de siembra, cura y cosecha de la uva.
La biodinámica es para nosotros un principio rector que une al hombre con la naturaleza, dando como resultado vinos auténticos, llenos de expresión y emoción.
Preparados biodinámicos más utilizados en la finca:
500: Cuerno abonar – Mezcla de tierra negra preparada al llenar el cuerno de una vaca y enterrándolo en la tierra (40 a 60 cm bajo la superficie) en otoño. Se deja descomponer durante el invierno y recuperarse para su uso la siguiente primavera.
501: Cuarzo molido en polvo preparado para llenar el cuerno de una vaca y enterrándolo en primavera y sacar en otoño.
503: Cabezas de las flores de la manzanilla fermentados en el suelo. Aplicada al compostaje.
506: Flores de diente de león fermentados en el mesenterio de vaca. Aplicada al compostaje.
Creemos en la agricultura orgánica y biodinámica certificada y en la conexión entre nosotros, la naturaleza y el universo. Buscamos que nuestro viñedo refleje nuestras creencias.
"Después de que los conquistadores destruyeron la última ciudad Inca, los Incas mandaron veinte mil llamas a la punta sur del Tahuantinsuyu, un imperio que iba desde Colombia hasta Mendoza. Las llamas llevaban en sus espaldas las joyas más preciadas de los Incas, amuletos preciosos de oro y plata, para que no terminaran en manos españolas. Los Incas encontraron una fisura enorme en los Andes, y sacrificaron las llamas y el tesoro a Inti, el dios del sol, y jamás iban a ser encontrados después. Su viñedo se encuentra bajo estas montañas que custodian el tesoro. Y es en su nombre y honor que denominan su vino Siesta en el Tahuantinsuyu, al cual dedican a la cultura incaica, a sus innumerables senderos de montaña y a los increíbles canales de irrigación que esta maravillosa civilización les brindó."
HISTORIA
La fuerza se esconde en lo profundo de la tierra, en el interior de las cosas. La Siesta en el Tahuantinsuyu, encierra un secreto, un silencio sagrado… Como sucede con casi todas las grandes civilizaciones, también los incas reconocen un origen mítico, abonado por numerosas leyendas y relatos orales. Cuenta uno de ellos que en la tierra de los «cuatro cuadrantes» -Tahuan-tin-Suyu en lengua quechua- el último Inca hizo cargar sus tesoros sobre 20 mil llamas sagradas y las envió a los puntos más recónditos de su imperio. Nadie pudo, hasta el día de hoy, desandar aquel camino y encontrar el lugar donde aquella fortuna está oculta, pero si sabemos que, generación tras generación, los labradores cultivan la vid a la sombra de los Andes y bajo la bendición del tesoro del Inca.